Anteriormente, la gente se alimentaba cuando tenía hambre y dejaba de comer cuando se sentía satisfecha. Ahora son raras las personas que comen de manera espontánea.¿Gastrónomo, obsesionado con las calorías o fanático de los productos biológicos? Tu forma de comer
Debe ser un chiste, ellos saben que no me gusta comer.
Llegaron las vacaciones y tengo que ponerme vestido de baño.
Ojalá que hagan el rissoto que me encanta.
¿A qué hora?
2. Para tu cumpleaños, sueñas con que te regalen:
vasos de cristal y una pierna de jamón serrano de pata negra.
Bonos para comprar discos y libros.
Un rallador para el jengibre, un procesador de cocina Cuisinart.
Un par de jeans Diesel talla grande, una cartera Louis Vuitton.
3. Tu nevera está vacía hace más de un día, tu familia está desesperada porque no hay qué comer, ¿qué haces?
Espaguetis con ajo y aceite de oliva (eso les gusta a todos)
Pides por teléfono sushi (todo el mundo adora el sushi)
Sacas de la despensa una caja de galletas de chocolate y las repartes entre todos
Haces rápidamente una sopa y cocina un poco de arroz integral (serán bien recibidos)
4. Alimentos que definitivamente tienes prohibido comer:
Las papas fritas, los croissants, las salchichas.
Las hamburguesas, el atún en lata y los cornflakes
Las verduras congeladas, las carnes empacadas al vacío, las comidas preparadas.
Nada.
5. Ves una mujer obesa comiéndose un pedazo de tarta y piensas:
Debo cuidarme, si no voy a estar muy pronto como ella.
¡Gracias a Dios, hay justicia!
Se va a enfermar si sigue comiendo así.
¿Cómo pudo llegar a ese peso?
6. ¿Dónde haces tus compras?
Donde el carnicero, en la tienda gourmet, donde el fabricante de quesos.
Por Internet.
En los mercados orgánicos, en las tiendas naturalistas y en el supermercado.
Una parte en la sección de yogures y el resto en la sección de frutas y verduras
7. Sentado a la mesa dejas de comer:
Cuando te sientes saciado
Sólo hasta que te comes hasta la última migaja
Piensas en el pobre pollo aleteando antes de que lo maten
Cuando todavía tienes un poco de hambre.
8. Dentro de un plato de papas gratinadas hay:
Una bomba calórica
Bacón y mucho queso
Una mezcla de lípidos y de glucosa, muy malos para las arterias.
No sé
9. Llegas de vacaciones a la casa de unos amigos y decides traerles ostras.
Te preguntas si serán frescas las que venden en la esquina.
Disfrutas contándoles a los comensales cómo se las comen en la Costa, con una salsa picante muy especial.
Pasas por Carrefour, donde venden pescado y frutos de mar frescos y deliciosos.
¡Qué maravilla!, las ostras tienen cero calorías y cantidades de Omega 3.
10. Un peso es para ti:
Un aparato que utilizan los médicos.
Un instrumento para pesar la mantequilla, el azúcar y la harina.
Un instrumento de tortura.
Un colaborador.
11. El lunes por la mañana, apenas te despiertas, piensas:
¿Qué desayuno en lugar de la leche de quinua que está en la despensa?
¿Qué comida dietética puedo pedir en el restaurante a la hora del almuerzo?
¿Qué debo comer antes de pesarme?
¿Qué pido en el almuerzo que tengo con mi jefe?
Controlador Obsesivo
¿Tu maestro? Hipócrates, el primero en decir: “Harás de tus alimentos una medicina”. Sigues al pie de la letra las disposiciones de la Organización Mundial de la Salud. Escoges tus menús como si fueran una receta de un médico homeópata. Lees las etiquetas de los productos y analizas la composición como un médico forense. Cuando haces mercado no piensas: "¡qué maravilla!, hay habichuelas verdes frescas", sino: "¡qué bueno!, tienen fibra". Ante el queso tu reacción es: "¿cuánto será el aporte de calcio necesario para prevenir una futura osteoporosis?".
Tu maestro: Karl Lagerfeld: “La dieta es el único juego en que uno gana cuando pierde”. Y por perder unos kilos harías cualquier cosa. En el supermercado pasas de largo por la sección de quesos, postres y charcutería. Sólo te detienes en la de legumbres y en la de yogures cero por ciento grasa, que compras por docenas. En tu vida social, evitas toda invitación a comer. A fuerza de someterse a este régimen dictatorial te perdiste del todo el placer de sentarte a comer sin sentirse culpable.
No ves en un producto de calidad ni las calorías ni las toxinas, sino el fruto de una una cultura. Este culto a la buena cocina te complica un poco la vida, sin contar con lo que te cuesta. Te pasas las horas en la cocina gozando intensamente la experiencia de olores y sabores. Por tu comportamiento no estás exento de peligro. Eres una víctima compulsiva de la comida. Comes demasiado con la cabeza, pero también con la barriga.
En ti alternan dos estados sicológicos: hambre y más hambre. Consideras la comida como un carburante, no sabes nada de dietas, de comida orgánica ni de gastronomía. Dentro de esta sociedad esquizofrénica, eres un modelo de equilibrio, pues definitivamente no te importa con qué te alimentas, aunque a veces se te vaya la mano. Pero al menos te ahorras la neurosis que padecen muchas personas en estos tiempos.
#1tristecita18 ago 2016, 20:38
Controlador Obsesivo
¿Tu maestro? Hipócrates, el primero en decir: “Harás de tus alimentos una medicina”. Sigues al pie de la letra las disposiciones de la Organización Mundial de la Salud. Escoges tus menús como si fueran una receta de un médico homeópata. Lees las etiquetas de los productos y analizas la composición como un médico forense. Cuando haces mercado no piensas: "¡qué maravilla!, hay habichuelas verdes frescas", sino: "¡qué bueno!, tienen fibra". Ante el queso tu reacción es: "¿cuánto será el aporte de calcio necesario para prevenir una futura osteoporosis?".
#2darkaraz18 ago 2016, 21:08
Vale que no me excedo, pero tanto como controladora obsesiva...
#3bornontuesday18 ago 2016, 21:38
Comes porque es necesario para vivir
En ti alternan dos estados sicológicos: hambre y más hambre. Consideras la comida como un carburante, no sabes nada de dietas, de comida orgánica ni de gastronomía. Dentro de esta sociedad esquizofrénica, eres un modelo de equilibrio, pues definitivamente no te importa con qué te alimentas, aunque a veces se te vaya la mano. Pero al menos te ahorras la neurosis que padecen muchas personas en estos tiempos.
#4kungfupandev18 ago 2016, 22:32
Ves calorías por todas partes
Tu maestro: Karl Lagerfeld: “La dieta es el único juego en que uno gana cuando pierde”. Y por perder unos kilos harías cualquier cosa. En el supermercado pasas de largo por la sección de quesos, postres y charcutería. Sólo te detienes en la de legumbres y en la de yogures cero por ciento grasa, que compras por docenas. En tu vida social, evitas toda invitación a comer. A fuerza de someterse a este régimen dictatorial te perdiste del todo el placer de sentarte a comer sin sentirse culpable.
Tampoco te creas xD
#5animatino18 ago 2016, 23:09
Ves calorías por todas partes
Tu maestro: Karl Lagerfeld: “La dieta es el único juego en que uno gana cuando pierde”. Y por perder unos kilos harías cualquier cosa. En el supermercado pasas de largo por la sección de quesos, postres y charcutería. Sólo te detienes en la de legumbres y en la de yogures cero por ciento grasa, que compras por docenas. En tu vida social, evitas toda invitación a comer. A fuerza de someterse a este régimen dictatorial te perdiste del todo el placer de sentarte a comer sin sentirse culpable.
#6thekiller98018 ago 2016, 23:14
Controlador Obsesivo
¿Tu maestro? Hipócrates, el primero en decir: Harás de tus alimentos una medicina. Sigues al pie de la letra las disposiciones de la Organización Mundial de la Salud. Escoges tus menús como si fueran una receta de un médico homeópata. Lees las etiquetas de los productos y analizas la composición como un médico forense. Cuando haces mercado no piensas: "¡qué maravilla!, hay habichuelas verdes frescas", sino: "¡qué bueno!, tienen fibra". Ante el queso tu reacción es: "¿cuánto será el aporte de calcio necesario para prevenir una futura osteoporosis?".
#7chicofacil8818 ago 2016, 23:16
Comes porque es necesario para vivir
En ti alternan dos estados sicológicos: hambre y más hambre. Consideras la comida como un carburante, no sabes nada de dietas, de comida orgánica ni de gastronomía. Dentro de esta sociedad esquizofrénica, eres un modelo de equilibrio, pues definitivamente no te importa con qué te alimentas, aunque a veces se te vaya la mano. Pero al menos te ahorras la neurosis que padecen muchas personas en estos tiempos.
#8marquius13318 ago 2016, 23:21
Le rindes culto a la buena cocina
No ves en un producto de calidad ni las calorías ni las toxinas, sino el fruto de una una cultura. Este culto a la buena cocina te complica un poco la vida, sin contar con lo que te cuesta. Te pasas las horas en la cocina gozando intensamente la experiencia de olores y sabores. Por tu comportamiento no estás exento de peligro. Eres una víctima compulsiva de la comida. Comes demasiado con la cabeza, pero también con la barriga.
Soy un gourmet y yo sin saberlo. Los macarrones con tomate de mi madre deben de ser toda una delicia culinaria.
#9sheshes_220 ago 2016, 08:37
Ves calorías por todas partes
pero si como pura huevada como comida chatarra. me vale verga las calorias
#10yonkou9720 ago 2016, 19:33
Ves calorías por todas partes
Tu maestro: Karl Lagerfeld: “La dieta es el único juego en que uno gana cuando pierde”. Y por perder unos kilos harías cualquier cosa. En el supermercado pasas de largo por la sección de quesos, postres y charcutería. Sólo te detienes en la de legumbres y en la de yogures cero por ciento grasa, que compras por docenas. En tu vida social, evitas toda invitación a comer. A fuerza de someterse a este régimen dictatorial te perdiste del todo el placer de sentarte a comer sin sentirse culpable.
algo esta mal, pues he respondido justo lo contrario. No soy gordo ni como solo mierda, pero no me fijo en nada de calorias, sinplemente como lo que me apeteze
#11Veren21 ago 2016, 02:46
Comes porque es necesario para vivir
En ti alternan dos estados sicológicos: hambre y más hambre. Consideras la comida como un carburante, no sabes nada de dietas, de comida orgánica ni de gastronomía. Dentro de esta sociedad esquizofrénica, eres un modelo de equilibrio, pues definitivamente no te importa con qué te alimentas, aunque a veces se te vaya la mano. Pero al menos te ahorras la neurosis que padecen muchas personas en estos tiempos.
Mi vida diaria consiste en hacer un plato rápido de arroz o pasta cada vez que estoy muerta de hambre, por la pereza y esas cosas.
#12thx113821 ago 2016, 17:32
Le rindes culto a la buena cocina
No ves en un producto de calidad ni las calorías ni las toxinas, sino el fruto de una una cultura. Este culto a la buena cocina te complica un poco la vida, sin contar con lo que te cuesta. Te pasas las horas en la cocina gozando intensamente la experiencia de olores y sabores. Por tu comportamiento no estás exento de peligro. Eres una víctima compulsiva de la comida. Comes demasiado con la cabeza, pero también con la barriga.
¿Tu maestro? Hipócrates, el primero en decir: “Harás de tus alimentos una medicina”. Sigues al pie de la letra las disposiciones de la Organización Mundial de la Salud. Escoges tus menús como si fueran una receta de un médico homeópata. Lees las etiquetas de los productos y analizas la composición como un médico forense. Cuando haces mercado no piensas: "¡qué maravilla!, hay habichuelas verdes frescas", sino: "¡qué bueno!, tienen fibra". Ante el queso tu reacción es: "¿cuánto será el aporte de calcio necesario para prevenir una futura osteoporosis?".
#14NaivePrincess 9 sep 2016, 15:58
Le rindes culto a la buena cocina (acorto)
Te pasas las horas en la cocina gozando la experiencia de olores y sabores. Eres una víctima compulsiva de la comida. Comes demasiado con la cabeza, y también con la barriga.
Me gusta lo que me gusta, como chuletones, jamón del bueno, spaguettis, pollo, patatas, alguna fruta... Casi siempre terminan la comida por mi. Me gusta el picante. Odio las ostras, son como mocos incrustados en conchas y con sabor a mar. Me gusta el chocolate pero no el de cobertura, me revuelve el estomago. No puedo comer ni flan ni gelatina que me da arcadas, como el puré. Pero me encanta el cocido, la sopa el pollo el jamón el chorizo y los garbanzos, lo demás pa ti. Y las hamburguesas con queso del mcdonals sin pepinillos ni mostaza ni cebolla.
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¿Tu maestro? Hipócrates, el primero en decir: “Harás de tus alimentos una medicina”. Sigues al pie de la letra las disposiciones de la Organización Mundial de la Salud. Escoges tus menús como si fueran una receta de un médico homeópata. Lees las etiquetas de los productos y analizas la composición como un médico forense. Cuando haces mercado no piensas: "¡qué maravilla!, hay habichuelas verdes frescas", sino: "¡qué bueno!, tienen fibra". Ante el queso tu reacción es: "¿cuánto será el aporte de calcio necesario para prevenir una futura osteoporosis?".
En ti alternan dos estados sicológicos: hambre y más hambre. Consideras la comida como un carburante, no sabes nada de dietas, de comida orgánica ni de gastronomía. Dentro de esta sociedad esquizofrénica, eres un modelo de equilibrio, pues definitivamente no te importa con qué te alimentas, aunque a veces se te vaya la mano. Pero al menos te ahorras la neurosis que padecen muchas personas en estos tiempos.
Tu maestro: Karl Lagerfeld: “La dieta es el único juego en que uno gana cuando pierde”. Y por perder unos kilos harías cualquier cosa. En el supermercado pasas de largo por la sección de quesos, postres y charcutería. Sólo te detienes en la de legumbres y en la de yogures cero por ciento grasa, que compras por docenas. En tu vida social, evitas toda invitación a comer. A fuerza de someterse a este régimen dictatorial te perdiste del todo el placer de sentarte a comer sin sentirse culpable.
Tampoco te creas xD
Tu maestro: Karl Lagerfeld: “La dieta es el único juego en que uno gana cuando pierde”. Y por perder unos kilos harías cualquier cosa. En el supermercado pasas de largo por la sección de quesos, postres y charcutería. Sólo te detienes en la de legumbres y en la de yogures cero por ciento grasa, que compras por docenas. En tu vida social, evitas toda invitación a comer. A fuerza de someterse a este régimen dictatorial te perdiste del todo el placer de sentarte a comer sin sentirse culpable.
¿Tu maestro? Hipócrates, el primero en decir: Harás de tus alimentos una medicina. Sigues al pie de la letra las disposiciones de la Organización Mundial de la Salud. Escoges tus menús como si fueran una receta de un médico homeópata. Lees las etiquetas de los productos y analizas la composición como un médico forense. Cuando haces mercado no piensas: "¡qué maravilla!, hay habichuelas verdes frescas", sino: "¡qué bueno!, tienen fibra". Ante el queso tu reacción es: "¿cuánto será el aporte de calcio necesario para prevenir una futura osteoporosis?".
En ti alternan dos estados sicológicos: hambre y más hambre. Consideras la comida como un carburante, no sabes nada de dietas, de comida orgánica ni de gastronomía. Dentro de esta sociedad esquizofrénica, eres un modelo de equilibrio, pues definitivamente no te importa con qué te alimentas, aunque a veces se te vaya la mano. Pero al menos te ahorras la neurosis que padecen muchas personas en estos tiempos.
No ves en un producto de calidad ni las calorías ni las toxinas, sino el fruto de una una cultura. Este culto a la buena cocina te complica un poco la vida, sin contar con lo que te cuesta. Te pasas las horas en la cocina gozando intensamente la experiencia de olores y sabores. Por tu comportamiento no estás exento de peligro. Eres una víctima compulsiva de la comida. Comes demasiado con la cabeza, pero también con la barriga.
Soy un gourmet y yo sin saberlo. Los macarrones con tomate de mi madre deben de ser toda una delicia culinaria.
pero si como pura huevada como comida chatarra. me vale verga las calorias
Tu maestro: Karl Lagerfeld: “La dieta es el único juego en que uno gana cuando pierde”. Y por perder unos kilos harías cualquier cosa. En el supermercado pasas de largo por la sección de quesos, postres y charcutería. Sólo te detienes en la de legumbres y en la de yogures cero por ciento grasa, que compras por docenas. En tu vida social, evitas toda invitación a comer. A fuerza de someterse a este régimen dictatorial te perdiste del todo el placer de sentarte a comer sin sentirse culpable.
algo esta mal, pues he respondido justo lo contrario. No soy gordo ni como solo mierda, pero no me fijo en nada de calorias, sinplemente como lo que me apeteze
En ti alternan dos estados sicológicos: hambre y más hambre. Consideras la comida como un carburante, no sabes nada de dietas, de comida orgánica ni de gastronomía. Dentro de esta sociedad esquizofrénica, eres un modelo de equilibrio, pues definitivamente no te importa con qué te alimentas, aunque a veces se te vaya la mano. Pero al menos te ahorras la neurosis que padecen muchas personas en estos tiempos.
Mi vida diaria consiste en hacer un plato rápido de arroz o pasta cada vez que estoy muerta de hambre, por la pereza y esas cosas.
No ves en un producto de calidad ni las calorías ni las toxinas, sino el fruto de una una cultura. Este culto a la buena cocina te complica un poco la vida, sin contar con lo que te cuesta. Te pasas las horas en la cocina gozando intensamente la experiencia de olores y sabores. Por tu comportamiento no estás exento de peligro. Eres una víctima compulsiva de la comida. Comes demasiado con la cabeza, pero también con la barriga.
¿Tu maestro? Hipócrates, el primero en decir: “Harás de tus alimentos una medicina”. Sigues al pie de la letra las disposiciones de la Organización Mundial de la Salud. Escoges tus menús como si fueran una receta de un médico homeópata. Lees las etiquetas de los productos y analizas la composición como un médico forense. Cuando haces mercado no piensas: "¡qué maravilla!, hay habichuelas verdes frescas", sino: "¡qué bueno!, tienen fibra". Ante el queso tu reacción es: "¿cuánto será el aporte de calcio necesario para prevenir una futura osteoporosis?".
Te pasas las horas en la cocina gozando la experiencia de olores y sabores. Eres una víctima compulsiva de la comida. Comes demasiado con la cabeza, y también con la barriga.
Me gusta lo que me gusta, como chuletones, jamón del bueno, spaguettis, pollo, patatas, alguna fruta... Casi siempre terminan la comida por mi. Me gusta el picante. Odio las ostras, son como mocos incrustados en conchas y con sabor a mar. Me gusta el chocolate pero no el de cobertura, me revuelve el estomago. No puedo comer ni flan ni gelatina que me da arcadas, como el puré. Pero me encanta el cocido, la sopa el pollo el jamón el chorizo y los garbanzos, lo demás pa ti. Y las hamburguesas con queso del mcdonals sin pepinillos ni mostaza ni cebolla.